¿El Presente o el Futuro?: La participación juvenil como motor de la democracia

A lo largo de mi vida, estuve acostumbrada a escuchar la recurrente frase que los jóvenes somos el futuro. ¿Pero como iba a ser, si el futuro permanece incierto?

Solo una cosa es segura: no es necesario acumular los años para alcanzar el éxito. Lo esencial es una fuerte convicción y la determinación para actuar. Tener voluntad y determinación, cultivada en cada individuo que forma parte del engranaje social.

Nuestro futuro se construye mediante las acciones de hoy que dictan el mañana. Lo mismo ocurre con una democracia. La democracia no es un ente estático ni un privilegio garantizado, es un sistema que se construye y se fortalece entre más se sumen a ella. Si queremos transformar nuestro entorno, debemos involucrarnos, cuestionar, proponer o exigir lo que es nuestro. Si aspiramos al bienestar, implica estar de pie, participando, construyendo y actuando.

El cambio no ocurre por sí solo. Históricamente, el ímpetu de la juventud ha sido el motor de las grandes transformaciones sociales. Sea medio ambiente, género, derechos humanos, y un sin fin de otras materias. Nuestra generación no puede ser la excepción. ¿O seguiremos delegando nuestras responsabilidades a otros, esperando que decidan por nosotros?

Parece que nuestra generación conlleva una enorme responsabilidad, y en realidad es así. Nuestro papel no debe limitarse a esperar pasivamente el momento en que nos toque liderar, sino a asumir la tarea desde ya.

No nos tranquilicemos, no nos adormezcamos, y sigamos inquietos. Por que ser joven significa la inquietud de tener mil ideas, pero la ejecución de mil acciones. No esperemos nada del futuro, pues es el futuro quien esta contando con nosotros.