Más allá del desafío: jóvenes rurales en busca de oportunidades

Crecer en una comunidad rural representa múltiples desafíos, empezando en el contexto de variedad de población sin oportunidades. Desde nuestra infancia hemos carecido de educación, nuestros abuelos y padres también enfrentaron estas limitaciones, y de igual manera lo hacemos nosotros. Los jóvenes luchan diariamente, tratando de superar adversidades, luchan con los comentarios de “tú no puedes”, “no lo lograrás”, y es por esta razón que gran parte de la juventud, que habita en comunidad rural, trabaja, enfocándose en la agricultura, ganadería u otros oficios, y la otra parte de estos jóvenes estudian, si tienen la oportunidad de hacerlo, ya que, muchas veces, por las condiciones que viven, la educación suele ser escasa.

El superar estos retos requiere de aprender a no rendirse y enfrentar las dificultades, aunque la realidad de muchas comunidades rurales suele ser dura. La mayoría de personas que las habitan suelen ser adultos mayores, esto debido a que los jóvenes creen que tendrán mejores oportunidades al salir de su comunidad – algo que suele ser verdad, pero, ¿qué pasaría si las comunidades fueran lideradas por jóvenes?, ¿se tendría un mejor apoyo a los demás jóvenes?

Al caminar por las calles de estos pueblos y aldeas, se pueden ver las múltiples necesidades (calles dañadas, falta de agua, basura en exceso). Sabemos que es una realidad a nivel nacional, pero si los jóvenes tomaran el liderazgo ante este tipo de situaciones, se estaría contribuyendo a la mejora y desarrollo de las comunidades rurales.

Para que esto sea una realidad, los jóvenes necesitan de apoyo, y aunque las oportunidades son escasas, no quiere decir que sean nulas, todavía se puede contar con instituciones, organizaciones y apoyo por parte de las autoridades municipales, que brindan espacios de empoderamiento juvenil, espacios que invitan a jóvenes a tomar voz propia y a no ceder ante las dificultades. El cambio empieza por sí mismo, conforme las metas que se establezcan, cuando una oportunidad se presenta para un joven con ganas de crecer y hacer un cambio en su entorno, el esfuerzo realizado no queda en vano. Con el apoyo de organizaciones que ofrecen impulsar a los jóvenes, se crean líderes que luchan por un futuro mejor, donde se produzca unidad para generar cambios, no solo en la comunidad, sino en todo lo que nos rodea.

Sin embargo, no todo es tan malo, empezando por la paz que sentimos en una comunidad rural. Es tan satisfactorio conectar con la naturaleza, en ese sentido, ver la variedad de ríos, montañas, paisajes hermosos, que no hacen más que reflexionar sobre la inmensidad del planeta tierra, y que invitan a disfrutar la vida en su máxima expresión. No solo se considera bueno, más bien inspirador, sentarse a ver las estrellas cuando la electricidad abandona la comunidad, nos hace reflexionar sobre aquello que nos mantiene soñando despiertos, el sentimiento de ver qué hay más allá del inmenso mundo, cuando viendo estos paisajes, encuentras tanta motivación que incluso podrías volverte poeta, donde piensas en aquello que se anhela, en lo que quieres convertirte, y en los cambios que quisieras realizar.

La mayor parte de los jóvenes que abandonan las comunidades rurales no lo hacen porque así lo quieren, sino impulsados por el deseo de ayudar a los que dejan en sus hogares. Crear un cambio es difícil, pero nadie dijo que sea imposible. Aceptar nuestra realidad es el primer paso, de nada sirve imaginar una vida alterna que no nos pertenece. Lo importante es ser consciente de que, aunque estamos en desventaja ante la sociedad, se puede hacer frente a ello. Encontrar una voz propia es el siguiente paso, identificar una zona donde podamos expresarnos sin miedo a que nuestra opinión no sea escuchada, donde podamos liderar, donde se aprecie el esfuerzo por hacer un cambio. Alzar nuestras voces contribuirá de gran manera, y lo más importante, creer en uno mismo, en que de verdad podemos hacer la diferencia.

Es por ello que, desde nuestras pequeñas comunidades rurales, expresamos nuestras voces, pensamientos y deseos sin miedo a no ser juzgados, creyendo en que juntos podemos crear respeto, igualdad para todos nuestros niños, niñas y jóvenes de nuestros pueblos, para que ellos tengan el doble de oportunidades que tuvieron nuestros padres y abuelos.