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Aprender a parar: Día Mundial de la Salud Mental

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El cansancio invisible de una generación que quiere hacerlo todo.

Hay un tipo de cansancio que rara vez se menciona. Es ese agotamiento silencioso que se acumula cuando uno da demasiado de sí, incluso por causas nobles. Muchos jóvenes que dedican su tiempo, energía y emociones a cambiar realidades, acompañar procesos o sostener proyectos que nacieron desde el amor y la empatía.

En el mundo de la acción social y el voluntariado, el cansancio se disfraza fácilmente de compromiso. Aprendimos a creer que descansar es un lujo y que parar equivale a fallar. Nos repetimos frases como “no puedo tomarme un break ahora”“solo termino esto y me duermo”“ya después descanso”. Pero el “después” nunca llega, y el cuerpo comienza a cobrar factura: insomnio, irritabilidad, culpa, pérdida de motivación, o simplemente una sensación de vacío que no sabemos nombrar.

Pero ese fenómeno tiene nombre: el burnout. Un estado de agotamiento físico, mental y emocional que no surge de la pereza, sino del exceso de entrega. Es una especie de incendio interno que arde en silencio mientras seguimos sonriendo, escribiendo comunicados, liderando actividades o gestionando equipos.

Lo paradójico es que quienes trabajamos para el bienestar comunitario solemos ser los primeros en olvidar que también necesitamos pausas. Creemos que cuidar de nosotros mismos contradice el compromiso con los demás, cuando en realidad es lo que lo hace posible. No se puede sostener un movimiento si sus integrantes están al borde del colapso. No se puede sanar al mundo desde el agotamiento.

Hablar de burnout juvenil no es hablar de estrés. Es hablar de una generación que vive con la urgencia de cambiar el mundo, pero dentro de estructuras que no siempre cuidan a quienes transforman. Es hablar de jóvenes que estudian, trabajan, crean proyectos y sostienen comunidades mientras intentan sobrevivir en un contexto incierto, precarizado y competitivo.

Por eso, este Día Mundial de la Salud Mental no quiero repetir frases motivacionales vacías. Prefiero una invitación sincera. A bajar el ritmo, a reconocer nuestros límites, a entender que no todo depende de nosotros. A ver el descanso no como un premio, sino como una práctica política.

Porque ayudar cansa, pero también puede sanar, si nos permitimos hacerlo desde un lugar más humano, más cuidado, más consciente.

Quizás el verdadero acto de resistencia, en un mundo que nos quiere agotados, sea permitirnos respirar.

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Es la revista digital de Cipotes Honduras, enfocada en noticias, análisis e información de interés para la juventud. Combina periodismo, opinión e investigación sobre temas sociales, ambientales y de desarrollo.

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