Columnas 24 Elisa Pineda octubre 29, 2025
Hace mucho tiempo, más de lo que quisiera, me encontraba conversando con amigos sobre la oportunidad de participar en las elecciones generales de aquél entonces, cuando recién pasaba los 18 años.
Hablábamos sobre la importancia de votar y el deber patriótico que significa, quizás influenciados por la historia reciente, en la que eran frecuentes las administraciones militares.
Eran momentos en los que la conciencia del poder de la sociedad civil, convertido en voto, era especialmente valorado y, quizás por ello, la juventud parecía muy motivada a participar.
Con el paso de los años y con el devenir de los acontecimientos políticos, la desilusión ha encontrado su espacio y ha ido ganando adeptos. No es mera percepción. En 2024, el estudio Latinobarómetro “La Democracia Resiliente” ya nos brindaba información valiosa sobre el desencanto con la democracia. En Honduras, el 43% de la población encuestada opinó que “da lo mismo si un régimen es democrático o no.”
En ese sentido, el peligro del desencanto es que fácilmente puede llevar a la indiferencia, que equivale a cerrar los ojos ante nuestro propio destino compartido. La corrupción, la fragilidad de la institucionalidad democrática y los problemas persistentes son algunas de las causas que pueden llevar a la población, especialmente a los jóvenes, a sentir que es poco lo que pueden hacer por incidir en el presente y futuro del país.
No participar en el proceso electoral equivale a dejar que otras personas decidan sobre el futuro de todos. Para las elecciones de noviembre próximo, más de tres millones de jóvenes (entre 18 y 30 años) están habilitados para votar. Esto representa aproximadamente el 45% del censo electoral. Los jóvenes tienen un papel decisivo en los resultados de este proceso.
Hay que rescatar un poco de idealismo, es decir, de tener una visión del país basada en valores y aspiraciones, en el país que deseamos tener y en el poder del cambio en los temas que ahora nos parecen inamovibles.
Soñar con un país mejor es el principio para construir juntos la Honduras que anhelamos. Los jóvenes deben ser idealistas, porque todos los grandes proyectos comienzan primero con un sueño que, al ser compartido, se convierte en esperanza. Viendo hacia atrás, me doy cuenta: ¿qué es la juventud, sino una etapa de ideales y anhelos? Que esa fuerza se transforme en participación.
Es momento de informarse, es tiempo de ejercer el derecho por el que lucharon nuestros antepasados, dejar a un lado el desencanto y ver hacia el futuro con esperanza. Porque el presente es un desafío de todos y el futuro les pertenece a ustedes, jóvenes de Honduras. Recuperemos juntos el entusiasmo, los ideales y el deseo de ser protagonistas en esta historia que escribimos juntos cada día. ¡Vamos a votar en las elecciones de noviembre!
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Elisa M. Pineda es licenciada en Periodismo (CURN-UNAH) y Máster en Estudios Diplomáticos (IMRED, Secretaría de Relaciones Exteriores de México). Cuenta con más de 30 años de experiencia profesional en los que ha incursionado en medios de comunicación, en el servicio exterior hondureño, relaciones públicas gremiales, academia, responsabilidad social empresarial y comunicación estratégica.
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